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A demostrar que no sólo eran los autos de Newey
7 marzo 2015 Todo mundo gusta señalar a Adrian Newey como la mente maestra detrás del éxito de Red Bull Racing, en especial en lo que se refiere a sus cuatro títulos de pilotos y constructores obtenidos de 2010 a 2013 con Sebastian Vettel y Mark Webber al volante. Es innegable que dichos triunfos señalaron un hito más en la exitosa carrera del diseñador inglés, quien repitió lo que en su momento hizo en Williams y McLaren, pero también cierto es que Newey no logró ninguna victoria en las primeras 37 carreras que compitieron sus coches diseñados para Red Bull Racing. Tuvo que esperar a que llegara un chico de apellido Vettel para subir a lo más alto del podio nuevamente, en aquella ocasión en el GP de China, en una temporada dominada por Brawn GP y sus difusores de dudosa legalidad.

Vettel llegó al asiento de Red Bull Racing porque lo merecía. Así de sencillo. El alemán debutó en la Fórmula Uno con BMW Sauber en 2007 y en su primera carrera obtuvo puntos, fue nombrado reemplazo de Scott Speed esa misma temporada en Scuderia Toro Rosso y obtuvo más de la mitad de los puntos que el equipo logró en toda la campaña con su cuarto puesto en China. Para 2008, aplastó al tetracampeón de la Champ Car y segundo general de las 24 Horas de Le Mans en 2007, Sebastien Bourdais, obteniendo de paso la primera victoria para Red Bull como constructor en la F1, sólo que en el equipo B – Toro Rosso (antes Minardi)– lo que llevó a los directivos a otorgarle el puesto junto a Mark Webber para 2009 y los recompensó al obtener la primera bandera a cuadros para los de Milton Keynes.

Seis años y cuatro títulos mundiales después, Vettel decide cambiar de casa tras una pésima campaña 2014 en la que Daniel Ricciardo lo superó ampliamente en resultados que dejan a la gente con una interrogación mayúscula respecto de la capacidad del tetracampeón. Si bien no es un argumento para menospreciar todo lo logrado, si representa un parámetro para decir que o Webber era muy malo o Vettel no era tan bueno o Red Bull Racing favorecía al alemán. Lo cierto es que tras 2014, Sebastian llega a la mítica Scudería Ferrari para cumplir un sueño de cualquier piloto y seguir los pasos de su ídolo Michael Schumacher, además de intentar lograr lo que Fernando Alonso no pudo en cinco temporadas en Maranello: regresar el título a la casa escarlata.

Sin Newey tras la mesa de dibujo y sin la comodidad de una casa que ya conocía, Vettel debe demostrar que era la combinación de talento del alemán y un excelente auto lo que hizo tan dominante a Red Bull Racing durante su estancia en el equipo y no que fueron sólo las circunstancias de un gran auto las que generaron sus logros y campeonatos.

Para los detractores no bastará más que un título para probar lo contrario y, aun así, difícilmente Vettel acallará las críticas, pero es indispensable comenzar a demostrar que las mismas razones por las que llegó en 2009 a Milton Keynes son las que lo hicieron lograr ser del club de los tetracampeones que comparte con Schumacher, Fangio y Prost. Del talento no se duda, pero la grandeza se cuestiona como se le ha cuestionado al heptacampeón Schumacher por las circunstancias, así que Vettel debe demostrar que en Ferrari también puede triunfar, aún sin Newey.
 
 
 
 
   
 
 
 
 

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