La Formula 1 vuelve al lugar de los hechos, al mítico Circuito de Suzuka, marcado también irremediablemente por el accidente de Jules Bianchi el pasado 5 de octubre, la última muerte de un piloto en carrera dentro del campeonato del mundo. El trazado japonés y la zona donde se produjo el accidente, la curva número 7 en la que el monoplaza de Marussia de Bianchi se salió hasta empotrarse a 126 km/h contra la grúa móvil que retiraba el Sauber de Adrian Sutil, cuenta con una nueva e imponente nueva grúa.

Allí, erguida de forma imperial, se encuentra una nueva y flamante grúa, pero de pluma, no móvil, que estrena el organizador del evento, en donde el movimiento es evidente, evitar la imagen de esas versátiles pero pesadas grúas, desprovistas de protección, aunque usadas en todos los circuitos de la máxima categoría del automovilismo deportivo. Ahora luce un brazo móvil, que se extiende como poco 15 metros desde su posición.

Lo irónico del asunto es que el pasado domingo en el Gran Premio de Singapur, donde sería más lógico usar la pluma porque no hay apenas espacio, se usó la grúa móvil. En el Circuito de Suzuka podrían ser móviles pero son plumas, para evitar el morbo de ver de nuevo la silueta amarilla. Porque este año, además, no saltan las grúas hasta que no está el coche de seguridad en pista, por lo que da igual que sean plumas o pesadas.

El año pasado, con solo banderas amarillas, no se producía el efecto entre los pilotos de reducir la velocidad como con el virtual safety car este año y la polémica principal con Bianchi vino por allí, si debía haber salido el coche de seguridad mucho antes, no si la grúa estaba o no donde debía estar o si debía ser móvil o de brazo extensible. Es de lo poco que ha cambiado, además del horario de la carrera, adelantada una hora para que no ocurra lo de 2014, donde la falta de visibilidad contribuyó a la tragedia.